22.12.2016 Arquitectos ocultos

Muchas editoriales presentan en su portada más destacado el nombre de su autor que el título de su libro; en los créditos de las películas aparece en primer lugar su director, aunque torpemente las salas de cine en Cali lo omiten en los avisos en la prensa; composiciones y canciones siempre tienen un autor; y en las artes visuales ha llegado a ser tan importante el nombre del artista como su arte. Pero aparte de los edificios más famosos, nunca se sabe quién es el responsable de los muchos otros que conforman poco a poco las calles de las ciudades; nada menos.

Los medios nunca mencionan a los arquitectos de las construcciones de las que supuestamente informan, pero tampoco se hace en los avisos publicitarios, como ya se dijo en esta columna (Anónimos, 01/04/2004), los que suelen ser engañosos (viva en medio de la naturaleza) además de que no dan todos los créditos respectivos. Y desde luego algo sí tendrían que decir las Secretarías de Planeación de las ciudades y la Sociedad Colombiana de Arquitectos, SCA, de los profesionales que no respetan las normas o que destruyen el patrimonio, incumpliendo la ley.

Así las cosas ¿qué hay detrás de la insistencia en repetir que el confeso autor de la violación y asesinato de la niña en Bogotá es un arquitecto? ya no dicen tanto que es de tal universidad, bachiller de tal colegio y socio de tal club, pero no olvidan nunca lo de arquitecto. Que su hermano sea abogado si puede tener relevancia, como se ha venido sabiendo, pero lo de arquitecto nada dice. ¿O sí?, entonces que digan qué conexión podría haber, porque esta vez no se trata del uso ocasional pero tan equivocado de la prensa de decir “el arquitecto de la reforma tal y cual…”.

Anónimo, como lo define el Diccionario de la Lengua Española, DLE, es una persona, especialmente un autor, de nombre desconocido o que se oculta. Lo que por supuesto es lo que no hacen nunca las estrellas internacionales de la arquitectura y los que aquí las imitan, para promocionar su ‘marca’ que es lo que en realidad venden con su arquitectura espectáculo, y no la sostenibilidad de sus proyectos, en todo sentido y no apenas su climatización pasiva, ni su respeto con el contexto urbano en el que otros lo construirán, ni el aporte que le hacen.

Por lo contrario, a muchos otros arquitectos lo que los inhibe de poner una placa con su nombre, es su equivocada idea de que no son obras ‘importantes’, cuando nadie les ha pedido que lo sean y que la gran mayoría de las veces no tienen por que serlo, justamente. Pero por supuesto todos los edificios la deberían tener indicando el año de construcción, la Curaduría Urbana que dio el permiso y los nombres de sus gestores, constructores, interventores y arquitectos, pero estos ni siquiera aparecen en los pequeños avisos provisionales que dan antes de la construcción y que nadie pueda leer con facilidad.

En conclusión, la relación actual entre un Estado ineficiente y corrupto y unos arquitectos que cada vez son más pero cada vez con menos ética y más estética copiada, agravada por una ciudadanía que no lo es tal pues carece de cultura urbana, es muy preocupante para el buen desarrollo de nuestras crecientes ciudades. La presencia de los arquitectos en ellas es cada vez más pero menos apreciada como lo que debería ser: el conjunto de los diseñadores de la ciudad, precisamente lo que recomendaba Jane Jacobs en Muerte y vida de las grandes ciudades, 1961.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 22.12.2016

06.10.2016 Arquitectas VII

Aparte de pioneras como la francesa Katherine Briçonnet (1494-1526) o Lady Elizabeth Wilbraham (1632-1705), antes del siglo XX son pocas las arquitectas. Julia Morgan (San Francisco 1872-1957) fue la primera norteamericana en graduarse, 1902, y la primera y única mujer con la Medalla de Oro del AIA, otorgada póstumamente en 2014. En 127 años de existencia van 126 medallas para hombres y una para las mujeres, pero ya dos han sido sus presidentes. Y hasta el 2000 existió paralelamente el AIAW para las mujeres cuya propia medalla de oro llevó el nombre de Julia Morgan.

Como también cuenta Germán Téllez, ante la misoginia hostil que encontró en las universidades americanas se fue a estudiar arquitectura en la escuela de Beaux-Arts en París. Se suponía que la arquitectura era una profesión de hombres y la única Facultad que la aceptó fue la de Columbia. Aunque esta era la más liberada de las ‘nuevas’ escuelas, le exigieron ir a clase vestida de hombre y costear, lejos de la facultad, un baño para ella sola; no aceptó y se fue.

Arquitecta del célebre William Randolph Hearst, magnate de la prensa americana de derecha a finales del siglo XIX y patrocinador y financiador de la guerra contra los españoles en Cuba de Teodoro Roosevelt, Hearts prácticamente la adoptó para contrariar la misoginia hostil de los colegas de ella, dice Téllez, y le dio el encargo interminable de diseñar y ampliar y remodelar una y otra vez su palacete en las montañas vecinas a San Simeón en California, del que Téllez piensa con razón que es un “pesado pastel ecléctico”.

Muy poco se sabía de ella, excepto su trabajo en San Simeón, pese a que diseñó más de 700 edificios, y que al menos un tercio fueron encargo de organizaciones de mujeres y feministas, y muchos se pueden ver en ‘Julia Morgan/Architect / Revised and updated’, 1995, de Sara Holmes Routelle, publicado por primera vez en 1988, quien estuvo en Colombia por esos años, recuerda Téllez, y que le interesó mucho el teatro Heredia de Cartagena y el Colón de Bogotá, y que vio las Torres del parque pero que no era admiradora de Salmona y sí estudiosa del eclecticismo latinoamericano.

La más reciente revaluación crítica de su obra le da a algunas de sus casas californianas el acertado calificativo de ‘Beaux Arts artesanal’, pues en su obra, de las más extensas de la historia, su arquitectura siempre fue ecléctica, combinando elementos de diversos estilos, ideas o posibilidades.

Su importancia estriba en que no era hombre, recuerda Téllez que decía Rafael Gutiérrez, recordado arquitecto y profesor de la Universidad de los Andes. Mas no puede haber una arquitectura por sexos y por tanto tampoco diferencias en su proyectación. A diferencia de pintoras, escritoras, bailarinas y músicas, no se sabe mucho del trabajo de las mujeres en la arquitectura y la razón puede ser que estaba muy vinculada a la construcción, una labor de hombres como ya se ha dicho.

Estos en general son más altos, se orientan mejor y cuentan con una superior percepción espacial con todos sus sentidos (cazadores) pero las mujeres son más sensibles a los colores y por tanto a lo visual. En conclusión, igual que a los estudiantes de música se les evalúa su ‘oído’ a los de arquitectura hay que hacerlo con su ‘ojo’ y evitar diferencias inconvenientes. El caso es que inicios del siglo XXI el 40% de los graduados en arquitectura en Occidente son mujeres, mas no más del 12 % la practican (Construir TV, sf). Mas tampoco los hombres.

Columna publicada en el diario El País de Cali. 06.10.2016

22.09.2016 Arquitectas VI

Hablando de arquitectas, hay que hablar también de sus libros, además del ya citado de María Novas, Arquitectura y género/una reflexión teórica, 2014, están, de Marina Waisman, La arquitectura Descentrada, 1995, de Carmen Espegel, Heroínas del Espacio. Mujeres arquitectos en el Movimiento Moderno, 2007, Louise Noelle cuenta con once libros publicados, y está Margarita Gutman, historiadora de la ciudad de Buenos Aires, y otras varias importantes mujeres historiadoras. Y en Chile hay el blog ‘La otra mirada’ y existe el ‘Círculo de arquitectas de Panamá’.

En Colombia, además de los ya mencionados de Silvia Arango y Mónica Sánchez Bernal, está el de Beatriz García, con doctorado y numerosos artículos, Región y lugar: Arquitectura Latinoamericana Contemporánea, 2003, de Susana Jiménez, La arquitectura de Cali /Valoración histórica, 2009, o el de Giovanna Ricci, Conversaciones, Arquitectura, Armonía, 2016. Y habría que destacar a Martha Thorne, Secretaria Ejecutiva del Premio Pritzker, quien pese a que no es arquitecta lo disimula perfectamente, como dice José Ramón Moreno García (correo al autor), admirador de Mimar Sinan ibn Adülmennan, pero pese a que mimar es arquitecto en turco y mimari arquitectura no arquitectas, Moreno García también recuerda muchas iberoamericanas:

En México, Frida Escobedo, Tatiana Bilbao (nieta de un arquitecto republicano español exiliado) y Fernanda Canales. En Brasil, Carla Juaçaba, la paisajista Rosa Grena, y Ruth Verde. En Perú, además de Ruth Alvarado y Sandra Barclay, ya mencionadas en Arquitectas V, Alexia León y Claudia Uccelli. En Cuba, vinculadas al urbanismo y al patrimonio, Gina Rey, Teresa Padrón o Isabel Rigol. En Chile, Cecilia Puga, Cazú Zegers o Sonia Tschorne que fue Ministra de Vivienda con Ricardo Lagos, o Joan Mac Donald la mayor experta latinoamericana en tugurios y Viceministra con Alberto Etchegaray. En Ecuador, María Augusta Hermida y Dora Arízaga, gestora del Centro Histórico hace años. En Honduras, Ángela Stassano que pasó de Premio Nacional de Arquitectura a misionera de la sostenibilidad.

Y en Portugal hay un montón de magníficas arquitectas, entre ellas Inés Lobo y Paula Santos, recuerda Moreno García. En Iberoamérica hay que agregar, por ahora, a Patricia Losa, Maya Ballén, Mariana Leguía, Michelle Llona, Claudia Amico, Marta Morelli, Elizabeth Añaños, reseñadas en 10 Arquitectas Peruanas: El rol de las arquitectas en el Perú, 17/08/2016. En Venezuela están Anabelle Selldorf, Odile Decq, Farshid Mousavi, Marianne McKenna o Kathryn Gustafson. En Argentina, además de Marina Waisman, Carmen Córdova, Itala Fulvia Villa, Delfina Gálvez, Odilia Suárez y Martha Levisman. En Uruguay Julia Guarino, graduada en 1923, y la primera en Sur América. En Bolivia Anita del Cisne Delgado y su artículo La mujer y la arquitectura, 15/03/2011.

En Colombia hay muchas dedicadas a la enseñanza, en donde han desempeñado desde jefaturas de departamento, dirección de programas o escuelas, decanaturas o vicerrectorías, o liderado importantes investigaciones. Es evidente que el campo de la construcción está dominado por los hombres mientras en áreas de investigación y análisis priman las mujeres (Nicolás Valencia, Arch Daily 22/10/2014). Y al respecto pregunta Anatxu Zabalbeascoa: “¿Merecen las mujeres arquitectas un premio aparte? ¿Es necesario segregar la profesión por géneros como en las competiciones deportivas?” (Mujeres arquitectas 2, El País, Madrid 12/03/ 2014).

Columna publicada en el diario El País.  22.09.2016

07.09.2016 Arquitectas V

¿Dónde están las arquitectas cuando se divulga un concurso o un premio? pregunta Willy Drews, ex Decano en la Universidad de los Andes y reconocido arquitecto, aclarando que “la arquitectura no es el único campo donde la poca presencia del sexo femenino en los podios se ha hecho frecuente a lo largo de la historia. De 450 premios Nobel adjudicados entre 1901 y 2006, solo 12 fueron recibidos por mano de mujer. Igualmente escasa ha sido la presencia de la mujer en la elite de las artes.” (Arcadia, Bogotá, 09/2012).

Además, como indica José Ortega y Gasset: “La arquitectura no es, no puede y no debe ser un arte exclusivamente personal. Es un arte colectivo. El verdadero arquitecto es el pueblo entero. Es él quien proporciona los medios para la construcción, quien indica su objetivo y quien la hace unitaria. / Los edificios son una inmensa expresiónsocial. El pueblo entero se dice en ellos”. (Obras completas, Tomo X (1949–1955)).

Más, como dice Drews, “desde tiempos inmemoriales se condenó a la mujer a dedicarse a las cuatro ‘C’: casa, catre, cocina y crianza”, y una manera de garantizar su sumisión fue negarle la educación. Pero ahora, que ya tiene acceso a la misma, esta es deficiente, pues como dice con razón Noam Chomsky “el aprendizaje verdadero […] tiene que ver con descubrir la verdad”, lo que lleva a un pensamiento crítico e independiente (La (des)educación, 2000, p. 29).

Qué importante que los que diseñan (la mayoría de los graduados en Colombia no lo hacen), casi todos hombres pese a que hoy en las escuelas de arquitectura del país más de la mitad son mujeres, supieran cómo ellas perciben el espacio urbano y arquitectónico, pues lo ven desde ángulos diferentes, ya que son generalmente más bajas, y comportan diferencias en su percepción espacial y sensibilidad a los colores (ver Arquitectas I; 14/07/2016).

Y está el libro de Mónica Sánchez Bernal, Vivienda y mujeres: herencias, autonomías, ambientes y alternativas espaciales, 2012, y el artículo de Ana María Pinzón, ¿Iguales o diferentes?: Breve balance de la situación de las mujeres en arquitectura, A57, 28/03/2011, pero poco se consideran sus evidentes desigualdades ergonómicas y proxémicas, en tanto usuarios de edificios y ciudades comunes. Una población además dividida por la geografía, en África, Europa, Asia Oriental, las Américas y Australia (Nicholas Wade, Una herencia incómoda, 2014, p. 103), donde climas, relieves, paisajes, tradiciones y usos presentan diferencias.

O será que algún aprendiz “mudo” y ocultando sus finas manos, como en El arquitecto del universo, 2014, de Elif Shafak, diseñó algunos de los numerosos edificios de Sinan, arquitecto principal de Süleyman I, el Magnífico, que por supuesto contó con muchos colaboradores y es factible que algunos fueran mujeres. ¿Acaso su esposa principal, Hürrem Sultan (Roxelana) muy célebre en las cortes europeas de la época por su influencia en el gobierno otomano?

Además de proyectistas como Ruth Alvarado y Sandra Barclay, en Perú, o que se dedican al paisajismo como Diana Wiesner o a la arquitectura de interiores como Marta Gallo, cada vez más las arquitectas se dedican a enseñar, como tantas en los programas de arquitectura de las universidades en Colombia, o como Ángela Siqueiros y Esther Enríquez en México, o Silvia de Schiller en Argentina, que también han enseñado aquí. O a estudiar como Melanie Jaraj Gheiman, con doctorado en Francia, son tantas que ameritan otra columna.

Columna publicada en el diario El País. 07.09.2016

24.08.2016 Arquitectas IV

Con frecuencia han sido esposas, compañeras o colaboradoras de grandes figuras, casi siempre a su sombra. La que sí deja bajo la suya a sus imitadores es Zaha Hadid (Bagdad 1950-Miami 2016), figura de la ‘arquitectura espectáculo’, a la que sus elegantes dibujos, fructíferas relaciones y promoción en las revistas lanzaron a la fama y al Premio Pritzker en 2004 (ver Arquitectas I, II y III).

Anne Tyng (Jiangxi, China, 1920-2011 Greenbrae, CA, USA) teórica de la arquitectura, fue de las primeras en el Harvard Graduate School of Design donde estudió con Walter Gropius (Berlín 1883-1969 Cambridge, MA, USA), y trabajó para Louis Kahn (Kuressaare, Estonia, 1901-1974 New York), con quien tuvo una hija; ‘estratega de geometría’ la llamó Buckminster Fuller (Milton, MA, 1895-1983 Los Angeles). Y Ray Eames (Sacramento, CA, USA,1912–1988 Los Angeles) fue esposa de Charles Eames (Saint Louis 1907-1978 Los Angeles).

Kaija Siren (Kotka, Finlandia 1920-2001 Helsinki) fue esposa de Heikki Siren (Helsinki 1918-2013). Y Denise Scott Brown (Nkana, Zambia 1931- ) y Robert Venturi (Filadelfia 1925- ) merecieron el Pritzker de 1991 pero solo se lo dieron a él, pese a que ella ya había escrito Architecture: A Place for Women, en 1989. Y no lo aceptó en 2001 Lu Wenyu (Hangzhou 1966- ), esposa de Wang Shu (Urumchi 1963- ).

Benedetta Tagliabue (Milano 1963-), del Istituto Universitario di Architettura di Venezia, al finalizar su doctorado en Nueva York colabora con Enric Miralles (Barcelona 1955–2000 San Feliu de Codinas), y fue su pareja, imponiendo una mirada femenina a sus proyectos, como en la colorida y curva nueva cubierta del Mercado de Santa Caterina, 2005, en Barcelona. Carmen Portinho (Corumbá 1903-2001 Río de Janeiro), colaboradora de Affonso Eduardo Reidy (París 1909-1964 Río de Janeiro), fue la tercera ingeniera en Brasil, en 1926, y urbanista en 1939. Y en El Salvador está Ehrentraut Schott (¿?1924- ¿?) esposa de Karl Katstaller.

María Elvira Madriñán (Cali 1955- ), de la Universidad de los Andes y con gran interés en la botánica y el paisajismo, trabajó por casi treinta años con Rogelio Salmona (París 1929-2007 Bogotá) del que fue su segunda esposa y su socia, colaborando en sus más importantes proyectos, y terminando los que quedaron pendientes a su muerte. También trabajaron con él María Victoria Acosta, Liliana Bonilla y Diana Barco.

Alma Mahler (Viena 1879–1964 New York) no era arquitecta pero entre sus grandes amores (Gustav Klimt, Gustav Mahler, Oskar Kokoschka, Alban Berg, Franz Werfel…) está Gropius, con el que estuvo casada, y EIlse (Ise) Frank (Wiesbaden, Alemania 1897-1983 Lexinton USA), su siguiente mujer, tampoco lo era.

Dice Álvaro Mutis (Artes de México, N° 23 de 1994) hablando de Luis Barragán (Guadalajara 1902-1988 México) que “no es […] una mera coincidencia […] el impacto que hizo en el arquitecto la seráfica lección del Poverello”. Muy religioso, no se casó nunca más trabajó en sus muebles con la diseñadora Clara Porset (Matanzas 1895-1981 Ciudad de México) y fue amigo de la bailarina Rosa Rolando, la pintora Frida Kahlo y las actrices Dolores del Río y María Félix.

“Arenas blancas, montañas que abrazan y bellas mujeres doradas”, es como recuerda a Oscar Niemeyer (Río de Janeiro 1907-2012) Alain de Botton en The Architecture of Happiness, 2006, y basta para entenderlo con escuchar ‘La garota de Ipanema’ de Vinícius de Moraes y música de Antônio Carlos Jobim: ‘Olha que coisa mais linda, mais cheia de graça’.

Columna publicada en el diario El País. 24.08.2016.

11.08.2016 Arquitectas III

Sostiene María Novas (Bueu, España 1987) que “el camino hacia una sociología de la arquitectura es hoy más necesario que nunca. En ella, reparar el papel que juega el colectivo femenino, grupo que representa la mitad de la población mundial y que […] durante siglos ha estado al margen de la práctica y teoría arquitectónica, se convierte en un requisito básico. Los estudios de género en relación con la arquitectura […] representan formulas de análisis social, cultural y espacial, que no nos podemos permitir obviar por más tiempo si lo que pretendemos es avanzar hacia la consecución de una sociedad más justa”. (Arquitectura y género / una reflexión teórica, 2014).
Después de las pocas pioneras, todas extranjeras (Arquitectas 1 y 2, 14 y 28 /07/2016) el hecho es que en Colombia son cada vez mas. Como Ana Elvira Vélez (Medellín 1966) graduada en 1992 en la Architectural Association School of Architecture, en Londres. Nathalie Montoya, que con Diego López ganó el concurso para la renovación del Teatro Colon de Bogotá. Clemencia Escallón en el tema de la vivienda de interés social. O Emese Ujjasz de Murcia que estudió entre Argentina, Chile y Colombia.
Patricia Gómez (Medellín 1951) diseñó con Santiago Caicedo La Gavilana, 1979-1981, una bella casa de Medellín. Nora Olano dejó el Club Colombia en Cali, en donde Elly Burckhardt, Libia Yusti, Olga Cecilia O'Byrne (Cali 1948), todas de la Universidad del Valle, han tenido proyectos importantes, o Clementina Ramírez, pero en Italia, o Ana María Hoyos (Cali 1957) en Noruega, donde pertenece a la Sociedad Noruega de Arquitectos desde 1983 y con su propia oficina, creada en 2003, ya ha recibido varios premios. O Liliana Bonilla (Cali 1954) de la Universidad de los Andes, que trabajó con Rogelio Salmona y fue Directora de Planeación en Cali.
Katia González, Premio Nacional de Arquitectura por su restauración de la Aduana de Barranquilla. Eugenia de Cardozo, autora del auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional y primera en ganar el Premio Nacional de Arquitectura.
Luz Amorocho, la primera graduada, en 1948, en la Nacional, como Gilma Mosquera (Istmina 1940) investigadora y docente, o Patricia Torres Arzayus, o Cecilia Cifuentes Barney de Caro (Palmira 1924) primera presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, como, después, Elly Burckhardt de Echeverry y Sara María Giraldo (Popayán 1959), ambas de la Universidad del Valle. Y Martha Cecilia Fajardo (Armenia 1959), fundadora de la Sociedad Colombiana de Arquitectos Paisajistas, como lo son Silvia Schiess (Bogotá 1943 ) y María del Pilar García Arizabaleta, de Univalle.
Y están las historiadoras como Silvia Arango (Bogotá 1948), de los Andes, autora de la primera historia de la arquitectura en Colombia, Premio Nacional de Arquitectura en 1992, y seguidora de Marina Waisman (Buenos Aires 1920–1997 Río Cuarto), Premio América, cuyo trabajo sobre la arquitectura en Latinoamérica fue pionero. O María Cecilia O’Byrne (Cali 1964) y su persistente trabajo sobre Le Corbusier.
Sin embargo, como concluye María Novas, “las relaciones transversales entre arquitectura y género son fundamento de desigualdad tanto en la producción y transmisión de la teoría de la arquitectura, como en la práctica espacial de la misma, así´ como en el ejercicio de la profesión”. Y María Eugenia Hurtado Azpeitia ya se había ocupado del tema (La Trayectoria de las Mujeres en la Arquitectura Contemporánea en México, 1998).

Columna publicada en el diario El País de Cali. 11.08.2016

27.07.2016 Arquitectas II



Luego de las primeras (Arquitectas-1/5, 14/07/2016) siguen Eileen Gray (Enniscorthy, Irlanda 1878 -1976 Paris), también diseñadora. Jane Drew (Thornton Heath, U.K. 1911-1996 Barnard Castle) quien colaboró con Le Corbusier en Chandigarh. Merrick Sklarek (Harlem, New York 1928-2012 Los Angeles) primera afroamericana con licencia en EE.UU. y en pertenecer al American Institute of Architects, AIA, y en 1985 fundó Sklarek, Siegel y Diamond, la firma más grande de mujeres en el país. Y al menos un tercio de las construcciones de la prolífica Julia Morgan fueron encargadas por organizaciones de mujeres, reflejo del nuevo papel que ya reivindicaban a principios del Siglo XX.

Carol Ross Barney (Chicago 1949- ) es una de las fundadoras del Chicago Women in Architecture, CWA, y se ha centrado en edificios públicos, y la primera en hacerlo pues para estos se privilegiaba a los hombres, y de su equipo de 25 en Ross Barney Architects el 50% son mujeres. Su trabajo se enfoca en entender el sitio desde la comunidad y el medio ambiente, con la participación de los usuarios porque: “Un buen diseño distingue a una sociedad democrática como un derecho, no como un privilegio. La arquitectura es un componente integral que debe garantizar tanto la calidad de los espacios para la vida y el trabajo saludable como los sistemas e infraestructura a escala urbana”.

Marianne McKenna (Montreal 1950-) es cofundadora de Kpmb Architects, reconocida oficina en Canadá y EE.UU. Gaetana (Gae) Aulenti (Udine 1927-2012 Milano) se licenció en 1954 en la Facultad de Arquitectura del Politécnico de Milano, y empieza en la revista Casabella dirigida por Ernesto Nathan Rogers (Trieste 1909-1969 Gardone Riviera), dejando huella en la arquitectura internacional, la escenografía y el diseño industrial. Kasuyo Sejima (Ibaraki 1956-) entra en 1981 a trabajar con Toyo Ito (Seúl 1941-), en 1987 funda su propio estudio, en 1995, en Tokio, Sejima+Nishizawa and Associates, Sanaa, y ha sido profesora en varias escuelas de arquitectura, y Premio Pritzker en 2010.

Achillina (Lina) Bo Bardi (Roma 1914-1992 Sâo Paulo) se graduó en 1939 en la Escuela de Arquitectura de La Sapienza en Roma y se trasladó a Milano, donde creó su estudio en 1942; destruido durante la guerra, pasó en 1943 a ser directora de Domus. En 1946, ya casada con el periodista Pietro Maria Bardi, se traslada a Rio de Janeiro y se convirtió en ciudadana brasilera. En 1948 creó Studio d'Arte Palma para el diseño de muebles. En São Paulo, donde diseñaría su residencia, 1951, pieza clave del modernismo en Brasil, y el Museu de Arte Moderna, MASP, 1957-1962, su obra mas reconocida mundialmente.

Carme Pinós (Barcelona 1964-) se licenció en Arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Barcelona, en 1979, y desde 1982 hasta 1991 compartió estudio con Enric Miralles (Barcelona 1955-2000 San Felíu de Codinas). Una de sus mas conocidas obras es el Cementerio de Igualada, 1991, en Barcelona. En 1991 fundó su estudio compaginando la arquitectura con su docencia y difusión. Por su parte, María Luisa Dehesa Gómez Farías (Jalapa,1912-) escribe cuentos protagonizados por seres inanimados "porque los seres humanos son muy complejos" y es la primera mexicana titulada como arquitecto, en 1939, en la Academia de San Marcos de la Universidad Autónoma de México. La primera en Latinoamérica fue Julia Guarino (Éboli, Italia 1897-1985 Montevideo) en 1923 en Uruguay. Y está Alexia León Angell (Lima 1970-).

 Columna publicada en el diairo El País de Cali 27.07.2016

14.07.2016 Arquitectas I

Desde la Antigüedad algunas mujeres han ejercido un liderazgo político, cívico y religioso que coadyuvó a la transformación y enaltecimiento de sus ciudades, y cuyo reconocimiento, a través de honores y monumentos conmemorativos, las llevó a formar parte de la memoria urbana de cada una de ellas. Y ahora las hay promotoras de proyectos de arquitectura, participantes en seminarios internacionales sobre el tema, jurados de concursos.

Mas a diferencia de pintoras, escritoras, bailarinas y músicas, no se sabe mucho de su trabajo directamente en el complejo oficio de la arquitectura y la razón puede ser tan sencilla como que está muy vinculado a la construcción, una labor ardua, como la escultura, pero a la intemperie: un trabajo de hombres. También se sabe que estos en general se orientan mejor y cuentan con una superior percepción espacial con todos sus sentidos (cazadores al fin y al cabo) aunque las mujeres son más sensibles a los colores y por tanto a lo visual.

Las arquitectas sólo aparecen en el Siglo XX y son pocas, y en países en los que el capitalismo no es salvaje ni el socialismo un fracaso. Signe Hornborg (1862-1916) e Hilda Hongell (1867-1952) en Finlandia, o Grethe Schütte Lihotzky (Viena 1897- 2000) la primera en Austria. Anna Wagner Keichline (Bellefonte, PE, 1889–1943) y su “time-and motion-saving”. Johanna Erna Else Schröder (Utrecht 1918–1992 Amsterdam), hija de Frits Schröder y Truus Schröder-Schräder, una de las primeras en Holanda, quien diseñó su famosa casa con Gerrit Rietveld, se convirtió en una notable arquitecta y enseñó arquitectura de interiores en USA. Matilde Ucelay Maortúa (Madrid, 1912- 2008) la primera titulada en España, fue Premio Nacional de Arquitectura en 2006. Norma Sophia Hayden Bennett (Santiago de Chile 1868–1953 Winthrop, MA) la primera con un título del MIT, en 1890, mas no trabajó como tal.

Pero Julia Morgan (San Francisco 1872-1957) diseñó más de 700 edificios, tantos como Sinan ibn Adülmennan (Ägirnasc 1490 -1588 Istambul), el más destacado arquitecto otomano y el más prolifero de la historia, sobre el que Alif Shafak acaba de escribir: El arquitecto del universo, 2015, y que por supuesto contó con muchos colaboradores más no es probable que algunos fueran mujeres, aunque en dicha novela uno de sus aprendices si lo es pero ‘mudo’ y con guantes para ocultar sus finas manos.

Frank Lloyd Wright (Richland Center, WI, 1867-1959 Phoenix, AZ), que con 433 obras los sigue de cerca, si tuvo varias. Marion Mahony Griffin (Chicago 1871-1961), graduada en el MIT en 1894, fue la primera, influyendo en las ‘casas de la pradera’ y cuyas representaciones en acuarela pronto se convirtieron en sinónimo de la obra de Wright. En su taller conoció a Walter Burley Griffin (Maywood CA 1876-1937), con quien casó y colaboró en su diseño de Canberra, nueva capital de Australia, pero a su muerte no trabajó más en arquitectura.

Charlotte Perriand (París 1903-1999) tuvo una relación de más de diez años con Pierre Jeanneret (Ginebra 1896 -1967), arquitecto y diseñador, primo y estrecho colaborador de Le Corbusier, encargándose del «equipamiento de la habitación». Lilly Reich (Berlín 1885–1947) fue parte de la Deutscher Werkbund y trabajó para Ludwig Mies Van der Rohe (Aquisgrán 1886 – 1969 Chicago). Aino Maria Marsio-Aalto (Helsinki 1894-1949), una de las primeras en Finlandia y excelente dibujante, y Elsa Mäkiniemi (Elissa) Aalto (¿? 1922-1994 Helsinki), fueron mujeres de Alvar Aalto (Kuortane 1898–1976 Helsinki).


Columna publicada en el diario El País de Cali. 14.07.2016