25.09.2014 Rafael Moneo

Es el primer arquitecto con premio Pristker que visita el país pues
cuando Carlos Morales, en ese entonces decano de arquitectura en la
Universidad de los Andes, trajo a Alvaro Siza Vieira, aun no se lo
habían dado. Pero lo importante es que se trata de uno de los pocos
arquitectos actuales que recuerda lo dicho por August Perret
(1874-1954) el celebre arquitecto francés: “El hormigón es la piedra
que fabricamos. La arquitectura es el arte de organizar el espacio. La
construcción es la lengua materna del arquitecto; un arquitecto es un
poeta que piensa y habla en el idioma de la construcción. El que no
sabe construir adorna".

El caso es que con Moneo –ni con su padre- cabe la advertencia de
Marcus Valerius Martialis (40-104): “Si tu hijo te parece duro de
mollera, te aconsejo que estudie arquitectura”, recordada por Bruno
Zevi en “Architetura in nuce”, 1964 (p. 214) que Moneo tradujo en 1969
a su regreso de Roma, y con el que algunos supieron de él en Colombia
antes de que su Museo de Arte Romano (1985) en Mérida se convirtiera
en una de sus primeras obras de reconocimiento internacional. Pero ya
antes en su casa Gómez-Acebo (1968) había iniciado la relación de lo
tradicional (su cubierta a cuatro aguas de teja de barro) con lo
moderno (su planta).

Por la misma época en que aquí algunos estaban empeñados en ello,
principiando por Rogelio Salmona, en la casa Amaral (1969) por
ejemplo, quien casualmente fue uno de los jurados que otorgó a Moneo
el premio del concurso para la ampliación del Museo del Prado (1999)
en Madrid, donde también están el Edificio Bankinter (1977) en
ladrillo visto, el Edificio de Viviendas en el Paseo de La Habana
(1977) cuya cierta coincidencia con las Torres del Parque de Salmona
(1970) es notoria, como la de los dos proyectos con la obra de Alvar
Aalto y, finalmente, la Nueva Estación de Atocha (1988). Para no
hablar ahora de sus muchas obras en otras partes.

Lamentablemente cuando Jorge Pérez, decano de arquitectura en la
Bolivariana, lo invito a Medellín hace años, Moneo no pudo venir por
sus compromisos, pero ahora su presencia en la XXIV Bienal de
Arquitectura Colombiana es una de las razones para ir a Bucaramanga,
el 26 y 27 de este mes, como lo es la de Germán Téllez, quien siempre
tiene mucho que decir, y quien le hizo adquirir el libro de Zevi a sus
estudiantes, curiosamente hoy desconocido por muchos e imposible de
conseguir.

Comentaba Moneo en su visita a Cartagena hace un par de días que en
lotes pequeños es difícil equivocarse, lo que remata lo dicho por él
en una entrevista hace 10 años: “[…] una respuesta personal a
situaciones, lugares y programas muy diversos. Saber […] que puede
hacer un arquitecto […] para no caer ni en los excesos ni en los
errores a que llevan [a] una mala interpretación de los encargos”
(“Rafael Moneo 1967 2004”, 2004, p. 13). Es decir, evitar el peligro
de los que adornan como si supieran construir, como lo hubiera dicho
Perret. Sólo queda esperar el tinto de La Mejorada su viñedo personal.

Columna publicada en el diario El País de Cali, 25.09.2014