Francisco Zornosa Arana, quien murió el
sábado pasado, fue uno de los arquitectos que a inicios de la segunda mitad del
Siglo XX diseñaron en Cali buena parte de la que es considerada, junto con la
de Bogotá, la mejor arquitectura moderna de Colombia. Con la firma ZOT, que
conformó con los arquitectos Federico O'Byrne y Rodrigo Tascón, quien aun no se
había graduado, dejó en su breve duración un valioso testimonio de la calidad
de su oficio en obras como el edificio López (1957), sin duda una ejemplar
solución de apartamentos duplex para el clima de la ciudad y el talante de las
gentes de entonces. Es una arquitectura de fachadas muy trabajadas, en las que
sus diferentes planos, acentuados en algunos casos con color, dan corporeidad a
ventanas y balcones, que parecen flotar en espacios precisos, enmarcados por la
presencia horizontal de las losas de entresuelo y las divisiones verticales de
los espacios interiores, búsquedas que se prolongaron a los edificios Micolta
(1958) y Olano (1960).
A su preocupación por el clima y manejo de
volúmenes en las fachadas, agregó posteriormente las posibilidades estéticas de
la luz en el hormigón y ladrillo a la vista, trabajado este de manera diferente
a lo que se hacia en Bogotá, y diseña entre otros edificios un pequeño hotel,
Residencias La 1a. (1962), la Casa Solanilla, en el barrio de Santa Mónica
(1962), la Casa Peláez en el de Juanambú (c. 1965), el Terminal de Transportes
de Cali (1970), con Pablo Marulanda, el mas interesante del país, y la muy acertada sede de Comfandi en el barrio de San
Nicolás (c. 1972), ya en la firma AIC Ltda. En el nuevo campus de Meléndez de
la Universidad del Valle participó, junto a muchos de los más prestigiosos
arquitectos colombianos y bajo la dirección
general de los arquitectos Jaime Cruz, primero, y Diego Peñalosa,
después, proyectando, con Marulanda y Samuel García, las aulas, auditorios y
oficinas del Sector VII, que no se construyeron debido a un cambio en la
estructura académica de la universidad. Nunca abandonó el diseño, quedando de
las últimas décadas otros buenos edificios suyos, pues esta es una profesión
que no solo precisa conocimientos sino una sabiduría que solo se adquiere con
los años.
Pacho,
quien se gradúo en 1955 en la Universidad Nacional de Colombia, de Bogotá, fue
merecedor del "Premio a toda una Vida" de la Sociedad Colombiana de
Arquitectos, seccional del Valle del Cauca, que le fue otorgado en 1996, y en
la VII Bienal Iberoamericana de Arquitectura,
a realizarse próximamente en Medellín, el Ministerio de Cultura le iba ha hacer
un justo reconocimiento. Durante las últimas décadas fue profesor de taller de
proyectos de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad de
San Buenaventura de Cali, en donde enseñó hasta el final, como suelen hacer los
arquitectos de verdad. Queda el testimonio de un documental sobre su obra,
concebido y dirigido por Andrés Erazo, arquitecto y profesor de la USB-Cali, en
el que participó hace poco con los arquitectos Peñalosa y Tascón en una
interesante charla que se prolongó, llena de entusiasmo tapas y vino, hasta
altas horas de la noche en la Casa de la queja en San Antonio, y que pronto se
podrá ver en un homenaje que le haremos sus colegas.
Columna publicada en diario el País 04.03.2010