Pero
en la mayoría de las escuelas de arquitectura no han entendido que la buena
arquitectura no se dibuja si no que se compone, y que ahora no hay que ser un
delineante hábil pues con los computadores no se precisa, ya que, como lo dijo
Miguel Angel, “se pinta con el cerebro, no con las manos.” Además, con los
modelos virtuales recorribles se puede “ver” con precisión el paso del sol o
del viento, por ejemplo. Y del resto que recomendaba Vitruvio si acaso un poco
de pintura, escultura, fotografía o cine, pero nada de música, humanidades o
filosofía y menos de matemáticas, ciencias o derecho. Ni se preocupan a fondo
por el clima, clave para nuestra arquitectura futura cuando pase el espectáculo
frívolo del “exteriorismo” de revista que algunos medios confunden con lo
novedoso. El hecho es que la opinión pública no se ha enterado todavía de que
es urgente que los edificios vuelvan a ser ante todo bioclimaticos y
contextuales, pues la mayoría de los de ahora están contribuyendo a acabar con
el clima y las ciudades, lo que debería ser de su interés.
Además
la arquitectura debería ser un programa de post grado. Al fin y al cabo, y
volviendo a la muy renacentista discusión del “parangón”, es la madre de las
artes, y además hay que regresarle la importancia que perdió en las ciudades
con la vulgarización del urbanismo moderno (Jane Jacobs, Vida y muerte y de las grandes ciudades,
1961). En el siglo XV muchos pensaban que la tridimensionalidad de la escultura
le permitía representar mejor al hombre, mientras otros creían que la pintura
no solo podía hacerlo mas completamente, con el color, si no que podía
representar a las esculturas que lo hacían (Peter Watson, Ideas, 2007). La
arquitectura, podemos agregar, puede imitar a la pintura y a la escultura (hoy lo hacen tantos
arquitectos de moda), pero no al revés. Además puede albergar pinturas que
representan esculturas que modelan los hombres que las hacen y los que las
admiran y critican. Por eso los arquitectos tienen que volver ser universales,
y con mayor razón en esta época de especialistas miopes, que, como dijo Frank
Lloyd Wright, han dejado de pensar y
solo saben.
Columna publicada en el diario El País de Cali 18.06.2009