05.05.1999 Sir Norman Foster y la FES

Finalmente le otorgaron el Premio Pritzker (el Nobel de la arquitectura: USD 100.000) a este gran arquitecto ingles (Manchester 1935) autor del nuevo aeropuerto de Hong Kong, el mas grande del mundo, de 1998, pero también de la pequeña pero maravillosa adición a la Real Academia de Artes, en Londres, de 1991.

En su taller, donde hoy trabajan 500 profesionales (arquitectos, diseñadores, ingenieros, dibujantes, maquetistas y animadores) se han proyectado importantes edificios como la sede de Willis, Faber & Dumas, en Ipswich, de 1974, quizás su primera obra de fama mundial; o, el Centro Sainsbury para las Artes Visuales, en Norwich, de 1978; o, el Banco de Hongkong & Shanghai, de 1985; o, el aeropuerto de Stansted, el tercero de Londres, de 1991; o, el Comerzbank, de Frankfurt, el edificio más alto de Europa, del mismo año; o, la muy conocida torre de telecomunicaciones de Collserola, en Barcelona, de 1992, construida para los Juegos Olímpicos, y pertinente ejemplo que Cali ha debido seguir, en lugar de tugurisar con antenas de todos los colores y tamaños el Cerro de las Tres Cruces. O, la Carré d´Art, de 1993, en Nîmes, un centro cultural al lado del muy antiguo, famoso y conocido templo corintio, dedicado a los hijos del Emperador Augusto en el año 4, es decir, hace casi dos milenios. O, las estaciones del nuevo metro de Bilbao, de 1995; o, la Facultad de Derecho, también del 95, de la Universidad de Cambridge, justo al frente de la famosísima Facultad de Historia, de James Stirling (también Premio Pritzker), de 1964; o, la remodelación del Reichstag, en Berlín, que se concluirá este año, en el que su constante preocupación por "la ecología del edificio" es de nuevo palpable.

Foster, que es el más destacado exponente de la llamada arquitectura high-tech, cree que este es un concepto algo mal interpretado pues los arquitectos, dice, siempre han seguido los avances de la tecnología, y ésta no se puede separar del contenido humanista y espiritual de un edificio: su poética surge de la claridad de su estructura. No todos los arquitectos lo hacen, lamentablemente. Y menos en los países sub desarrollados, en donde son muy dados a seguir modas y copiar todo, incluso las formas, imposibles en ellos, del high-tech. Y ni se diga de la gente común que cree que los nuevos materiales y estructuras solo sirven para cárceles, estaciones de bomberos o naves industriales. Pero también es cierto que reacciones similares produjo el Centro George Pompidou, de Renzo Piano (también Premio Pritzker) y Richard Rogers (ex socio de Foster y muy posible ganador futuro del Pritzker) de 1977, en París. Ciudad en donde artistas, escritores e intelectuales pusieron el grito en el cielo cuando se decidió, después de la Primera Guerra Mundial, que la Torre Eiffel permanecería (fue levantada para la Exposición Universal de 1887-1899, y se previa desmontarla una vez finalizada la exposición) convirtiéndose pronto en el símbolo más reconocido de la capital de Francia.

Todo esto hace pensar en el despropósito de la administración actual de Cali cuando sin más decide poner a la venta su Centro Cultural (la antigua FES, de 1990) pues no solamente es un agravio para la cultura, sino el desconocimiento de que se trata del más destacado símbolo actual de la ciudad. Premio Nacional de Arquitectura, este edificio fue diseñado por el arquitecto Rogelio Salmona, junto con Pedro Mejía, Raúl H. Ortiz y Jaime Velez. Salmona, cuya arquitectura es muy diferente a la de Foster, pero que comparte con él un muy especial manejo de la luz y una autentica preocupación por la ciudad, ha sido candidatizado por el crítico norteamericano Kenneth Frampton para el Premio Pritzker. Una ciudad, que como dice Ortega y Gasset, no es primordialmente un conjunto de casas habitables, sino un lugar de "ayuntamiento civil, un espacio acotado para funciones públicas". Es el escenario de la cultura, y, con el idioma, la obra de arte más grande del hombre; "prohíja el arte y es arte" como anotó Lewis Mumford. El Premio Pritzker, afirma Foster, es un reconocimiento a la importancia de la arquitectura en sí misma. Y, en su caso, en relación con la ciudad.