Carlos Morales Hendry es uno de los arquitectos que mas han hecho en Colombia por la enseñanza de su profesión. Durante su larga decanatura en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de los Andes, en donde estudio también antropología, realizó varios foros internacionales a los que profesores, arquitectos y estudiantes acudían masivamente de todas partes del país para oír y conocer a muchos de los mas interesantes arquitectos del momento en el mundo, los que tambien participaban en los talleres de la facultad, a los que todos tenían acceso. Así mismo, instituyó en nuestro medio los intercambios de estudiantes con escuelas y despachos de arquitectura de diferentes partes de América y Europa, y la invitación permanente de profesores extranjeros y nacionales. Tambien inicio un taller internacional de vacaciones en Cartagena, que acaba de cumplir 21 años de interrumpido éxito. Y muy importante fue la edición, junto con Escala, de la colección SomoSur, que permitió que los arquitectos de Latinoamérica comenzaran a conocerse entre ellos.
De diversas maneras su decisiva influencia en la enseñanza de la arquitectura terminó contribuyendo a la mejora de parte de la arquitectura colombiana. Empeño que actualmente difunde aun mas en su Escuela de arquitectura y diseño de América Latina y el Caribe, Isthmus, la que reúne permanentemente en Panamá, desde hace ya seis años, arquitectos y profesores de Europa y toda América y, ocasionalmente, de otras partes del mundo. Lo que normalmente se hace poco a poco en las escuelas de arquitectura a lo largo de varios meses, allí se concentra en unas pocas semanas generando un intercambio intenso y muy fructífero que terminará haciéndose sentir en toda nuestra región. Todo lo anterior, mas su permanente participación como jurado y expositor en diversos eventos de arquitectura del continente, lo consolida como un gran divulgador de nuestra arquitectura. Y por supuesto la importancia de esto es considerable ante la globalización inminente del ejercicio de la profesión entre nosotros.
También ha ganado concursos, obtenido distinciones y realizado mucha y muy buena arquitectura, consistente con sus enseñanzas, lo que no es común entre nuestros improvisados profesores, y fue con su socio, el arquitecto Jorge Rueda Gutiérrez, un innovador, en la gestión, diseño y construcción de conjuntos de vivienda. Sus proyectos merecen una divulgación mas amplia y una mejor valoración, y, especialmente, una confrontación con sus orientaciones académicas, para una mejor comprensión de sus propuestas. En pocas palabras, ha ejercido todo un liderazgo en la enseñanza y práctica de la arquitectura, y ya era hora de que recibiera el merecido reconocimiento que le acaba de hacer la Sociedad Colombiana de Arquitectos en su Congreso bi anual, esta vez en Barranquilla, donde tambien se rindió homenaje a Rogelio Salmona y Arturo Robledo. Gesto que debería ser muy diciente ahora que muchos arquitectos se han dejado seducir por la moda de las “torres” de vidrio, aluminio y acero inoxidable, como algunas “estrellas” contradictoriamente invitadas al evento como si tuvieran algo pertinente que decir.
11.10.2007 Un arduo legado
Rogelio Salmona no solo nos dejó sus muchos edificios, que
afortunadamente pasarán ser parte del patrimonio nacional para su correcta
conservación y, en últimas, para evitar su innecesaria demolición, como ya pasó
hace años en Bogotá con una de sus mejores casas. Nos dejó tambien, ante todo,
el compromiso de continuar, entre los arquitectos que lo son, su vehemente
logro de que se comenzara a valorar de nuevo en Colombia la arquitectura. Hecho
fundamental en este país de muchas ciudades tan nuevas, que crecen, en rápida
transformación, con una mala arquitectura y un pésimo urbanismo. Y en donde un
mal entendido desarrollo, puramente especulativo, separó a la arquitectura de
la cultura ante el desinterés de unos intelectuales apenas interesados en la
poesía escrita, y la ceguera de unos ciudadanos que llegaron al extremo de
elegir en Cali a un alcalde ciego, y que por todas partes votan por candidatos
que miran pero no saben ver ni les interesa. Por eso decía Salmona que hacer
aquí (buena) arquitectura es un acto político.
Lamentablemente,
de los mas de 35.000 arquitectos que hay en el país, no muchos lo son a carta
cabal pero todos tienen licencia para proyectar sin contar con la formación y,
sobre todo, con la experiencia necesaria, para no hablar de los ingenieros que
hasta los ingenieros agrónomos lo pueden hacer. No en vano en alguna ocasión
dijo Salmona que solo se podía aprender arquitectura trabajando con un maestro.
Es urgente, pues, la reforma de la practica profesional y de las escuelas de
arquitectura. Como lo dijo hace años Germán Téllez, habría que cerrarlas para
poder abrirlas de nuevo bien. Lo que implicaría primero que todo reducir drásticamente
su numero pues ahora ya son mas de 60, lo que se explica solo por que son un
simple negocio. Y se necesitan mas postgrados en arquitectura en las no mas de
diez escuelas respetables que hay, y crear en ellas otros programas
relacionados con la proyectación arquitectónica, como ya hace mucho tiempo lo
hicieron las facultades de ingeniería, con sus distintas especializaciones, en
todas las universidades del país.
Finalmente, habría que limitar a los
que tengan una practica larga en un despacho de arquitectos o estudios de
postgrado en proyectación arquitectónica, el ejercicio individual de este
aspecto de la profesión. Paradójicamente en Colombia sobran arquitectos pero
faltan mejores proyectistas. Y por supuesto estos deberían estar agremiados
como tales pues no solo tendrán que enfrentar a profesionales de todas partes,
con la globalización del ejercicio de la profesión, si no que el futuro de
nuestras ciudades, en tanto que artefactos, se juega en la mejor escogencia de
su arquitectura. Así lo entendió Salmona y de ahí su interés en una ética del
oficio. Su mas importante y difícil legado es, pues, la búsqueda de una
arquitectura pertinente y sostenible, que sea apropiada culturalmente en la
medida en que contribuya seriamente a la identidad del país. Que permita “la
posibilidad de crear imaginarios para transformar la vida” como lo dijo en
Jväskylä al recibir la medalla Alvar Aalto que los arquitectos finlandeses le
otorgaron hace pocos años.
Columna publicada en el diario El País de Cali. 11.10.2007
13.09.2007 El silencio de los arquitectos
Desde hace unos años son pocos los eventos que en general se
realizan en las seccionales de la SCA sobre nuestra arquitectura y ciudades,
con la notoria excepción de la de Bogotá que recientemente ha realizado dos
importantes exposiciones sobre la mejor arquitectura colombiana. En los
congresos nacionales cada vez menos hay temas pertinentes para los arquitectos
proyectistas, ni se invitan las figuras que les deberían interesar, ni han
estado los autores que deberían leer, ni los críticos que deberían escuchar, ni
los mas interesantes arquitectos colombianos ni nuestros mejores historiadores
o profesores. Cada vez mas se da cabida a actividades como la planificación, el
urbanismo o el paisajismo, por ejemplo, lo que por supuesto está bien, pero lo
malo es que la arquitectura misma ha ido perdiendo espacios.
De otro lado, e irremediablemente, los
arquitectos proyectistas tienen que enfrentar aquí la des regularización
mundial de la profesión y casi ninguno puede aplicar las tarifas oficiales,
pese a que se supone que son de carácter obligatorio. Y muchos de los que
tienen mas trabajo son ahora los que menos participan en las bienales y poco
opinan sobre nuestra arquitectura y ciudades. Por lo demás, en Cali por
ejemplo, casi ninguno de la decena de los arquitectos que aquí trabajan
diseñando asiste a los eventos de la SCA, y solo muy pocos de nuestros
académicos es socio. Solo una parte de sus socios esta activa, y entre todos
apenas suman un porcentaje mínimo del total de arquitectos que viven y trabajan
aquí.
Las Bienales de Arquitectura
Colombiana, por su parte, no muestran críticamente lo que se está haciendo en
el país y apenas recogen los trabajos seleccionados de entre los que los
arquitectos proyectistas han querido mandar, y sus catálogos no circulan entre
el público general. Los arquitectos no cuentan con una publicación periódica
oficial y es poco lo que hacen para dar a conocer su trabajo. Y, al contrario
de otros países como España, en donde El Pais de Madrid dedica media pagina
semanal a la arquitectura, nuestra prensa solo se ocupa de los constructores y
promotores que pautan y jamás menciona a los arquitectos de los edificios que
muestran de vez en cuando. Además rara vez se cumple con la norma de poner en
las obras su nombre y matricula. Sus opiniones y trabajo casi nunca son
valorados.
Desde luego los responsables de esta
situación somos los arquitectos. Deberíamos hacer algo junto con las mejores
escuelas. Como los planificadores, urbanistas o paisajistas, o los avaluadores,
que han formado sus propias asociaciones filiales de la SCA, y de la cual
forman parte, tendríamos que formar una Asociación de Arquitectos Proyectistas.
Asunto de gran urgencia pues en la mejor escogencia de su arquitectura se juega
el futuro físico de nuestras ciudades, muchas en rápida transformación. Y,
lamentablemente, sobre todo en Cali, cuando los políticos, promotores o simples
clientes escogen un arquitecto lo hacen apenas para que diseñe un edificio y no
tambien una parte de cada ciudad, con los que ya existen, lo que debería ser
mucho mas importante pues contribuye a la calidad de la vida en ellas.
Columna publicada en el diario El País de Cali. 13.09.2007
Suscribirse a:
Entradas (Atom)