En días pasados se constituyó la
Fundación Rogelio Salmona, para la preservación y divulgación, aquí y en el
exterior, de la obra y pensamiento de nuestro mas importante arquitecto. Será a
través de exposiciones, publicaciones, conferencias, seminarios, cursos y
talleres, además de investigaciones, concursos y premios. Debería ser del
interés de todos pues ya somos un país de ciudades, y por eso él afirmaba que
hacer aquí (buena) arquitectura es un asunto político. Lo público está presente
en muchos de sus proyectos, y en los últimos cobra un papel central al prolongar
el espacio y la memoria de la ciudad a sus edificios, los que además vincula a
nuestra naturaleza de trópico y montañas.
La
sede estará en Bogotá, en donde se encuentra la mayoría de su trabajo, y ojalá
la Universidad Nacional cediera un espacio en el inacabado Centro Gaitán,
actualmente a su cargo y destinado a deposito, para instalar allí su centro de
documentación. Al tiempo que a Salmona, podría darnos a conocer mas
ampliamente, apoyándose en la colección SomoSur, a arquitectos como Carlos Raúl
Villanueva, Jesús Tenreiro o Gorka Dorronsoro,
de Venezuela; Álvaro Malo o Luís y Diego Oleas, de Ecuador; Luís Barragán y Carlos Mijares, de México, Bruno
Stagno, de Costa Rica, Ricardo Porro, de
Cuba, Juvenal Baracco, de Perú, Gustavo Medeiros, de Bolivia, o Severiano Porto
y Luiz Paulo Conde, de Brasil.
Pero
también a Hassan Fathy, de Egipto, Sir Geoffrey Bawa, de Sri Lanka, Charles
Correa y Raj Rewal, de la India, Sedad Eldem, de Turquía, Claudio Connena, de
Grecia, y otros de Marruecos, Egipto, Singapore e Indonesia. Todos ellos fusionan de distintas maneras viejas
tradiciones locales con la ibérica del siglo XVI, que comparten con nosotros,
tanto como la moderna y posmoderna, pero que no conocemos, esclavos de nuestra
dependencia cultural de Estados Unidos y Europa. Como se ha dicho tanto pero
entendido tan poco, no podemos saber para donde vamos si no nos enteramos de
donde venimos.
Por
supuesto la Fundación tendría que agrupar mas a esos no pocos arquitectos y
académicos colombianos que de una manera u otra han seguido el camino de
Salmona, y desde luego divulgar mas la opinión de Kenneth Framton y Wiliam
Curtis al respecto. Igualmente, debería crear un espacio, aprovechando su
portal en Internet, para la crítica de nuestra arquitectura actual, tan
necesitada de ella. Y vincular a la misma a estudiosos como Eduardo Tejeira
Davis de Panamá, Enrique Larrañaga de Venezuela, Hugo Segawa de Brasil, Felipe Hernández del Reino Unido o
José Ramón Moreno de España, entre otros.
Es mucho lo que la Fundación podría ayudar para replantear a fondo nuestras Bienales, Congresos y Concursos de arquitectura, a democratizar nuestro gremio y a mejorar decididamente la enseñanza del oficio en el país. Y a que el debate sobre nuestra arquitectura y ciudades no se quede en la capital y apenas entre algunos arquitectos, si no que sea un tema de interés público y amplio, como ya lo es la literatura o la pintura o incluso el cine. Pero primero que todo deberá ocuparse de que toda la obra de Salmona sea declarada Patrimonio de Colombia, independientemente de que algunos de sus edificios ya sean monumentos nacionales.
Columna publicada en el diario El País de Cali 02.07.2009
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